Y es que ese obsequio familiar hizo que descubriera el placer por las motocicletas, pues se le volvió costumbre viajar desde Bogotá hasta Roldanillo, sintiendo luego la necesidad de explorar otros territorios.
Ese placer de sentir el rugir de los motores lo llevó a cultivar la pasión por las válidas de velocidad y organizó infinidad de competencias, ganando trofeos junto a uno de sus hijos, pero llegaron los años y con ellos la decisión de dejar de lado la adrenalina de las pistas y encontrar en las rutas del país y suramérica otra manera de vivir.
DATO: Los recorridos los hace con mapas que él mismo elabora pues es riesgoso conducir y mirar el GPS.
En ese trasegar motorizado, Iván, de origen croata y arquitecto de profesión, ha recorrido los rincones más apartados del país, conociendo sus gentes, comidas y costumbres.
El conocer los llanos orientales, las playas de la costa norte, la humedad de la región pacífica, la humildad de la gente del sur lo han hecho querer más la patria que lo vio nacer, sentimiento que se descubre en cada palabra y en cada placa fotográfica que congeló su paso por las cumbres nevadas o las playas paradisíacas de Colombia.
Suramérica, su destino
Pero su espíritu aventurero lo sacó de las fronteras patrias llevándolo a recorrer países como Ecuador en cinco ocasiones, Perú en tres, Bolivia en dos al igual que a Uruguay y Argentina.
Según lo relata, viajar por suramérica es un placer indescriptible.
“Ir a Perú, por ejemplo, por la Panamericana o también conocida como la Ruta 25 es algo maravilloso pues se recorren 2200 kilómetros de una vía que tiene a un lado la playa en toda su extensión del Oceano Pacífico y al otro un desierto que termina encumbrándose a la cordillera, Eso es algo alucinante”, dice el hombre que demuestra la pasión que le despierta ser un trotamundo motorizado.
Aunque es una actividad que generalmente se hace grupal, a Quiza Tomich le gusta emprenderla casi siempre solo y en algunas ocasiones acompañado de su esposa, quien lo sigue en algún tramo del recorrido y luego se retorna, pues en una expedición fácilmente se puede tardar hasta 25 días, razón por la cual la hace cada dos años.
Sitios y anécdotas
En sus recorridos por Suramérica, este expedicionario vallecaucano ha llegado a sitios como el Salar de Uyuni, en medio de los Andes en el sur de Bolivia y que es considerada como la salina más grande del mundo, el legado de un lago prehistórico que se secó y dejó un paisaje desértico de casi 11,000 km cuadrados de sal blanca brillante, formaciones rocosas e islas con cactus.
También se maravilla de la región del Yuyuy, en el norte de Argentina, donde impresiona la formación desértica.
De local en Antofagasta
Aunque para platicar con este roldanillense de pura cepa se podrían invertir horas y horas, la anécdota que más recuerda es la que vivió en Antofagasta, la provincia chilena, donde la colonia colombiana es numerosa y ni se diga la de roldanillenses, quienes le dieron la bienvenida con bombos y platillos pues era el primero de los paisanos que llegaba a bordo de una motocicleta.
Por estos días aguarda la apertura de las fronteras para emprender viaje a San Pedro Atacama, un pueblo chileno que compara con Salento, pero que se diferencia porque todas las edificaciones están hecha a base de barro.