Para Orozco lo que pasa en la ciudad Corazón del Valle es triste, pues la tasa de homicidios con la que cerró el 2020 es la misma de 2010 lo que indica que una década después los resultados son nulos.
“Es claro que acá, como sucede en Cali y otras ciudades del Valle y del país, no existe una política de seguridad congruente con la realidad que se vive y es lamentable que las víctimas en promedio estén por debajo de los 28 años”, apuntó.
Para el profesional, quien ha laborado en el sector público al servicio de los ministerios de Defensa y Minas, considera que resulta irrespetuoso que un gobernante diga que a X o Y lo robaron, golpearon o asesinaron porque dio papaya.
“Nosotros como ciudadanos tenemos derecho a dar papaya, a hablar por teléfono en la calle, ir al cajero sin temor a ser asaltado, pero la incapacidad de las autoridades ha hecho que eso sea un riesgo”, precisó.
De manera tajante asegura que erróneamente los alcaldes y sus asesores creen que instalando cámaras en todas las calles se mejorará la seguridad y lo único que logran es malgastar los recursos del erario.
“Hay temas de inseguridad que se superan instalando una lámpara que ponga fin a la oscuridad de un sector”, precisó el caleño que recorre los municipios para hablar con la gente de asuntos tan sensibles como la convivencia.
“Desde la fundación Objetivo Cero que lidero, queremos decirle a los tulueños que la seguridad va a mejorar si todos actuamos y no nos quedamos esperando a que el alcalde y su equipo lo hagan, pues eso difícilmente va a pasar”, puntualizó.