El departamento del Valle del Cauca ha sido uno de los más perjudicados económicamente por el paro nacional desde su inicio el pasado 28 de mayo hasta nuestros días, cuyo desescalonamiento exigido por el gobierno, apenas si comienza a dar frutos actualmente cuando se abren paulatinamente las principales vías de la región y la normalidad se recupera poco a poco en las poblaciones y ciudades del centro y norte de la región.
La gravedad del conflicto que atravesamos en todo el país es objeto de análisis muy serios por los principales estudiosos de la problemática social, económica y política que, a diario, nos informan los medios de comunicación y es por esta misma razón que extrañamos la ausencia absoluta de los políticos vallunos que nos representan en las altas esferas del gobierno con propuestas serias, responsables y eficaces, para encontrar una solución sensata a todos los problemas planteados, puesto que sabemos que en las mesas de diálogo regionales y locales no se sienten con autoridad ni siquiera para escuchar los reclamos históricos de los manifestantes porque saben, como nosotros lo sabemos, que todo se ha ido en simples promesas de campaña electoral y ahora las exigencias son concretas y basadas en hechos reales de olvido e irresponsabilidad, lo que ha creado la actual crisis de incredulidad en las instituciones, especialmente en el sistema político tradicional que nos ampara.
De lo anterior se desprende que es urgente, que la Gobernación del Valle exija de inmediato incentivos y estímulos para los empresarios del departamento, y que desde Bogotá se centre todos los esfuerzos sociales y económicos para Cali y Buenaventura, sin dejar de mirar de manera integral al resto de los municipios del departamento, a los cuales apenas le llegan migajas del pan presupuestal y obliga a los mandatarios a defenderse como puedan con recursos irrisorios frente a los problemas fundamentales de sus localidades.
Los Senadores, Representantes a la Cámara y Diputados se olvidaron de irradiar proyectos y planes de desarrollo de envergadura para todos los municipios y se han centrado en su propio ombligo, aunque también han fallado, según las estadísticas del Dane donde han crecido geométricamente los cordones de pobreza y el estallido social que reventó es una mezcla de pobreza, racismo e indiferencia histórica, cuando no se tiene en cuenta que Cali es la convergencia de afrodescendientes de Buenaventura, indígenas del Cauca, etnias de Nariño y del mismo norte caucano, que han sido marginados desde tiempos inmemoriales por las élites del poder que han tenido el sartén por el mango.
Sugerimos con urgencia que el Valle del Cauca sea declarado “Zona especial de Inversión” en donde se avance rápidamente en la generación de empleo, disminución de la pobreza, mejoramiento en la calidad de la educación pública y fortalecimiento del sistema de salud. No podemos contentarnos ahora con pañitos de agua tibia, como ha sido la costumbre politiquera de los mismos de siempre, cuando ayudan apenas para un puentecito aquí, otro puesto de salud allá, una carreterita más lejos, la pavimentación de una calle del pueblo, etc.,etc.,etc.
Estimamos que se hace necesario inversiones grandes en esta región para dar respuesta concreta a las falencias históricas que nunca han sido resueltas.