Cuando apenas en Tuluá se calmaba el furor de la historia de la monja que pidió ser llevada por un taxista a una sala de velación y tras esperarla un buen rato la encontró dentro de un ataud, surgió una historia igual de inverosímil y el protagonista era un vendedor ambulante que se ganaba la vida en las calles de la Villa de Céspedes.

Los hechos se registraron el sábado 20 de agosto, pero como por esas calendas no había redes sociales, solo se conoció el lunes 22 cuando los noticieros locales tiraron la noticia.
¿Qué pasó?
Ese fin de semana consultó en urgencias del hospital Tomás Uribe Uribe un hombre con una herida en sus partes nobles y quien en ese momento se identificó como Marco Tulio Vélez, quien le aseguró al personal médico que la herida se la había causado una pareja de rubias despampanan-tes, que lucían minifalda y que tras acceder a sus coqueteos, sostuvo con una de ellas una frenética faena sexual.

Relató el afortunado galán que lo sucedido en su rancho fue cosa de locos, pero no tenía certeza de cómo y cuándo su asta viril fue arrancada casi en su totalidad.
Publicación polémica
El 27 de agosto de 1994 EL TABLOIDE publicó un amplio reportaje que incluyó una selección de fotografías en las que se mostraba el miembro mutilado y que, obviamente, no solo elevó la venta de periódicos, sino la cantidad de versiones que surgieron.
Relato macondiano
Contó en ese entonces Marco Tulio, con una seguridad que asombró a los reporteros de EL TABLOIDE y otros medios que lo abordaron, que las dos mujeres rubias, garbosas y que hablaban enredado parecían seres de otro mundo. En su corregi-miento, donde solo imperaba la pobreza, no era para nada normal que dos mujeres tan hermosas caminaran solitarias en la noche.
Galán al ataque
Cuando ellas pasaron por su lado, el don Juan criollo lanzó piropo desafiante diciéndole a la más bonita que él era capaz de robársela y las mujeres se devolvieron para buscarle conversación.
La crónica elaborada en ese momento cuenta que el galán de Cienegueta manifestó que luego de ese saludo había llegado la primera botella de aguardiente, charlas y la consumación del acto carnal con una de ellas aprovechando que la otra se había disculpado, pues iba a visitar unas amigas por esos lares.
Ese relato, como sacado del Macondo de Gabo, prosiguió cuando el vendedor ambulante de Tuluá contó a los periodistas que a él le ofrecieron un chicle y lentamente fue quedándose dormido y no recordaba nada.
Toda una pesadilla
Despertó en la madrugada y las sábanas sucias que tendían la cama en el humilde cuartucho estaban llenas de una mezcla de sangre con café, al parecer le habían tapado la herida con ese producto tradicional colombiano.
Al tocar su cuerpo, contó Marco Tulio, que se enteró en ese momento que su miembro viril había sido mutilado y como pudo se levantó y consiguió alguna hierbas medicinales para curar la herida, pero de nada le sirvieron, pues la herida, o lo que había quedado de pene, ya se estaba gangrenando.
Aunque lo buscó por cada rincón, nunca halló el pedazo faltante y asegura, y aseguró en ese momento, que las rubias que lo habían seducido se lo llevaron en una botella con alcohol como si fuese una especie de trofeo.
Rumbo al hospital
Al darse cuenta de la gravedad de lo sucedido, y en medio de los espasmos que el dolor de la herida le producían, fue donde un hermano y en medio de la pena le contó lo acontecido y fue este quien lo llevó al hospital donde recibió tratamiento médico.
En ese momento los galenos le indicaron que existía la posibilidad una reimplan-tación, pero la operación además de costosa era riesgosa, por lo que debió abandonar la idea y asumir la realidad de afrontar la vida con «el soquito» que le había quedado.
Uno de los comentarios que no olvidan reporteros como Mauricio Jaramillo, quien para la época laboraba para el noticiero Alerta Valle del Cauca de Caracol, y quien al preguntarle qué iba a hacer tras haber sido mutilado de su instrumento de placer, le respondió en medio de una carcajada que por fortuna le quedaban 10 dedos y una lengua».
«En ese momento me quedé sin más preguntas» recuerda el comunicador.
El centro de atracción
Por esos días la presencia de curiosos por los pasillos del segundo piso del Tomás Uribe Uribe fue enorme mientras que los cuchicheos y los chistes morbosos también iban creciendo.
El rumor que creció más nunca se probó, hablaba de que no fueron dos rubias, sino un perro el que en un acto de zoofilia le había arrancado el mienbro al don Juan de Cienegueta.










