Mientras el Gobierno Nacional centra su atención en la discusión de reformas estructurales como la pensional, la reforma a la salud y otras problemáticas de índole política y económica, la inseguridad continúa cobrando la vida de soldados y policías en diferentes regiones del país con el llamado «Plan Pistola», montado por las bandas antisociales que tienen secuestrada a la población en varios departamentos…¡Sigamos pensando en los huevos del gallo!
A pesar de las constantes denuncias, del clamor de las familias afectadas y del evidente deterioro de la seguridad pública, aún no se vislumbran soluciones eficaces por parte del Estado, y cada día más familias pierden a sus seres queridos…¿Cuándo llegará a su final esta triste situación?
¿Qué espera el Gobierno para actuar con firmeza y decisión? ¿Cuántas vidas más deben perderse antes de que se prioricen políticas de seguridad verdaderamente efectivas, que protejan tanto a la fuerza pública como a la ciudadanía?
Duele que cada día más y más policías y soldados mueran a manos de los antisociales que quieren aprovecharse de la tranquidad ciudadana.
La atención mediática y gubernamental parece desviarse constantemente hacia reformas que, si bien son necesarias, no pueden postergarse a costa de la vida de quienes diariamente arriesgan todo por mantener el orden. Resulta urgente replantear las prioridades y asumir con responsabilidad la protección de quienes velan por la seguridad del país….¡Todos somos colombianos y merecemos vivir en paz!
La situación es alarmante. Cada semana se reportan nuevos atentados, emboscadas o enfrentamientos en zonas donde el Estado parece haber perdido el control. Los grupos armados ilegales siguen ganando terreno, mientras la moral de las fuerzas armadas y de policía se ve minada por la falta de respaldo institucional, la precariedad en sus condiciones laborales y el abandono progresivo de las regiones más vulnerables…¡Ya ni en el seno de sus hogares tienen la tranquidad que necesitan para visitar a sus familiares!
La ciudadanía observa con desconcierto cómo se habla de paz total desde los escritorios del poder, pero en las calles y campos del país reina el miedo. ¿Cómo se construye paz cuando no hay garantías mínimas de seguridad ni justicia? ¿Cómo se fortalece el tejido social si quienes deben protegerlo son víctimas constantes de ataques?
EL TABLOIDE, en podcast es una de las novedades que tendrán nuestros seguidores en las redes sociales.
Los discursos no salvan vidas. Las promesas sin acciones concretas sólo aumentan la desconfianza y el escepticismo de la población. Es hora de pasar de los debates interminables a decisiones valientes y comprometidas, donde la vida de cada uniformado y de cada ciudadano tenga un valor real en la agenda nacional….¡Menos bla bla bla y más acciones!
La paciencia de los ciudadanos se agota. Los barrios populares, que históricamente han sido la base del trabajo, el esfuerzo y la esperanza de esta ciudad, hoy se sienten abandonados. No es justo que quienes más necesitan la acción del gobierno local sean también los más olvidados. No es justo que la inversión pública llegue a cuentagotas, y siempre con excusas burocráticas o promesas aplazadas.
¿Hasta cuándo tendremos que seguir esperando? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que los recursos se esfumen en estudios eternos, diagnósticos inconclusos y contratos sin ejecución real? ¿Dónde están los entes de control?… ¿Dónde está el liderazgo real que asuma con responsabilidad la transformación urgente que Tuluá necesita?
Es hora de que las autoridades locales dejen de esconderse tras ruedas de prensa y empiecen a caminar los barrios, a ver de cerca la realidad que padecen miles de familias. La ciudad no necesita más palabras: necesita obras, resultados, gestión y compromiso verdadero con la gente. Porque mientras se entretienen en discursos técnicos, los tulueños seguimos caminando entre huecos, esperando un bus que no llega, esquivando basuras y cruzando calles sin semáforos. Y eso no es progreso, eso es abandono….¡Y pura palabrería!
Tuluá no puede seguir siendo rehén de la negligencia. No podemos permitir que la ciudad se convierta en un tablero de promesas rotas donde cada nuevo gobierno comienza desde cero, ignorando lo que ya se había comprometido a hacer. Esta dinámica de borrón y cuenta nueva solo profundiza la desconfianza ciudadana y perpetúa el estancamiento del desarrollo….¡No sea que cuando lleguen las futuras elecciones, todo esto se nos olvide!
Para los tulueños la nómina de artistas de la 67 Feria de Tuluá está muy pobre en comparación con la de las Fiestas de Zarzal, que hoy se inician…¡Tristeza!
Porque Tuluá no merece el abandono, Tuluá merece planificación, inversión y acción. Y los tulueños ya no quieren seguir esperando. Quieren vivir con dignidad y que los impuestos que pagan al comienzo del año se vean reflejados en obras….¡Pilas, pues!
Se nos terminó el cuarto mes del 2025 y, una vez más, los tulueños seguimos esperando lo que parece un milagro: que las obras prometidas por la administración municipal se conviertan en realidad. A pesar de los anuncios oficiales, los discursos optimistas y las promesas repetidas en cada campaña política, lo cierto es que las condiciones en los barrios populares de Tuluá siguen igual o peor que hace años…¡Los toros desde la barrera se miran mejor, decían los aficionados a los toros!
En este contexto, no se trata de restarle importancia a las reformas que el país necesita, sino de entender que ninguna transformación será sostenible si no se garantiza primero el derecho más básico de todos: el derecho a vivir sin miedo y enviar a la cárcel a los infractores sin ninguna rebaja de penas, acabando con la corrupción…¡Legó la hora de ponernos serios!