Ring, ring.. Al otro lado de la bocina contesta la operadora 911. Línea seguida el que llama: “señorita, reportando accidente en la doble calzada”, y de un salto las ambulancias se alistan, aceleran a fondo y como en una competencia callejera chirrean los neumáticos y sueltan el freno tras el trofeo (200 mil pesos al que logré llevarse la millonaria suma del Soat). Ellos, los temerarios choferes, salen como alma que lleva el diablo al mejor estilo del rápido y furioso “Toreto”. ¿Quién los controla, quién los regula, quién pagará las indemnizaciones el día que un facineroso del volante en vez de salvar una vida acabe con la de un desprevenido transeúnte?. ¿Qué nos dice el Secretario de Tránsito, dónde estarán los azules que en manada solo sirven para perseguir a quienes se ganan la vida transportando en sus motos al pueblo tulueño?. Muchas preguntas , pocas respuestas, lo único cierto es que ese es el espectáculo diario que vivimos los habitantes de la Villa de Céspedes. Así que si en algún momento escuchas las sirenas de las ambulancias tras tu espalda es mejor que, crucifijo en boca, te orilles, no importa si vas en moto, carro, bicicleta o a pie, sino lo haces, puedes correr con la suerte de que esa sea la última vez que escuches esa sirena, pues ese conductor de seguro no respetará quién o qué se atraviese, pues en la carrera de la muerte, no importa el quién sino el cómo, lograr el premio. La gran pregunta por hacer es: ¿qué estará pensando la Administración Municipal y cuál es el plan para mitigar el riesgo a una tragedia mayor causada por una “sirena loca”?.¿Será posible que piensen en nombrar un comité contra el riesgo, el cual dentro de sus funciones especiales tenga la de coordinar de forma conjunta con Defensa Civil, Bomberos, Cruz Roja, la Secretaria de Tránsito Municipal y Policía Nacional, cualquier emergencia que ocurra y la forma como cada cual debe cumplir su rol y que sea desde ese centro de emergencias que se envíe las ambulancias de acuerdo con la cantidad de heridos y la gravedad del suceso?. Pero tener que ver diez ambulancias a toda velocidad y sin control disputándose el poco espacio de nuestras calles tulueñas por recoger a un “tronchado”, es además de exagerado, riesgoso y peligroso en un municipio lleno de motos , transeúntes y hasta carros de tracción animal. Así que esperemos que esta pequeña y desordenada columna, sea leída por alguien que le importe el tema y que asuma la responsabilidad de implementar las acciones conducentes a mejorar y evitar una tragedia, pues es claro que se necesitan las ambulancias para salvar la vida de quien lo necesita pero de forma ordenada y segura y así evitar más carreras de la muerte.