José Evert Arcos es un zarzaleño de pura cepa que hace 20 años decidió brindarle amor, cuidado y cariño a las iguanas que se aposentaron en el parque Santander, el más importante de esta localidad del norte del Valle.
Este escenario se ha convertido en un punto de referencia turístico en la población y mucho más desde cuando la alcaldía, en cabeza de María Teresa Giraldo, decidió ubicar varias esculturas que hacen alusión a este reptil herbivoro y ovíparo. Ponen sus huevos bajo tierra durante el mes de febrero. Llegan a la madurez sexual a los 16 meses de edad, pero son consideradas adultas a los 36 meses, cuando miden 70 cm de largo o un poco más.

Cómo nació esta pasión
«En el año 2004 mi permanencia en el parque coincidió con la remodelación del techo de la alcaldía en el periodo de Ana Cecilia Valencia y el contratista de la obra me dio empleo como ayudante, pero puedo decir que mis padres me educaron para ayudar a los animalitos y desde esa labor como ayudante de construcción comencé a cuidar a las iguanas.
En esa época habían cinco y una gran cantidad de aves, y de a poco el número fue aumentando debido a que la comunidad zarzaleña y de los pueblos vecinos, se enteraron de mi labor por salvarle la vida a los animales y, ahora, cada vez que hay uno herido, atropellado en las vía Panamericana y Secundaria, me llaman para que vaya por el animal, más que todo son iguanas, zarigueyas, serpientes, perros, gatos y muchas aves de diferentes especies», comenta este guardián de la flora y la fauna en la Tierra del Coclí.

Sin apoyo alguno
Esta labor que José Evert desarrolla de una manera altruista y desinteresada la hace con las uñas, pues a pesar que le ha solicitado apoyo económico a la CVC, la Gobernación del Valle, la Alcaldía y a empresas como Riopaila Colombina, Ecopetrol, para la manutención de los animales en conservación, se la han negado, es por eso que se considera un resiliente.
«La CVC, adquirió hace poco unos carros para atender a los animales heridos, pero no llega a auxiliarlos, por obvias razones ellos no pueden estar en todos los pueblos del Valle. Soy yo el que sigo haciendo la labor en Zarzal», dice Arcos en entrevista con EL TABLOIDE al tiempo que denuncia cómo se opaca y desconocen su labor.
Destaca que a pesar que la Gobernación del Valle ha otorgado diferente contratos para gestores ambientales no lo han tenido en cuenta. «Solo copian mi labor para generar burocracia, me opacan y yo sigo haciendo el trabajo sin recurso alguno» precisa.
«Cuando he tenido empleo de igual modo les sirvo la comida en la noche, para que en el día bajen a comer, o mi hermana Deisy Arcos o mi Sobrina Greisy o si tengo plata, pago el reemplazo, para que me asistan a los animales porque ellos no pueden ser revictimi-zados dos veces una en su hábitat natural y otra en el parque. Esa es mi pasión y compromiso por los que están desprotegidos por las entidades ambientales», comenta este zarzaleño, cuya labor se ha hecho viral en las redes.
«Mi profesión actual es guía turístico y educación ambiental voluntario. Comparto mis experiencias y conocimientos a los turistas y visitantes, a niños y adultos, sobre el cambio climático, por huella de carbono, fenómeno del niño y niña y cómo prevenirlos, también sobre nuestra cultura y biodiversidad» puntualiza.
Hay una amenaza
Por estos días José Evert Arcos, el guardián de las iguanas como lo conocen en Zarzal, siente que ese idilio con los reptiles verdes, que tanto son admirados, está amenazado pues, según él, hace poco se recibió la visita de funcionarios de la CVC precisando la necesidad de trasladarlos a otra hábitat, porque consideran están en alto riesgo.
«Lo que se del tema es que llegó un comunicado a la alcaldía y también a mí diciendo que las iguanas de aquí deben de reubicarlas. Pero ellos vinieron una sola vez y con esa sola visita se hicieron a una idea, y lo que precisan no es cierto porque aquí hay unas que están ciegas, otras que están ancianas y otras que están amputadas e inválidas y dependen 100% de mí», precisa el líder ambiental de 39 años de edad.
«Además en este documento solicitan que las reubiquen porque aquí no hay quién les haga el control de desechos, cuando yo vengo todos los días como ustedes pudieron notar bien», expresa.
De manera tajante, Arcos señala que si las reubican en un lugar donde no hay vigilancia permanente, obviamente cualquier persona las mata por hacer daño o para consumirlas porque hay muchos los que privilegian la carne por su calidad e higiene.