Falta más de un año para el debate electoral, es decir, para elegir Senado y Cámara de Representantes y, muchos meses más, para la elección de nuevo presidente de la República.
Sin embargo, como si se tratara de un síndrome que se repite cada cuatro años, con los mismos síntomas y el mismo diagnóstico, los candidatos a estas corporaciones y quienes han ‘picado en punta’ en las encuestas con sus aspiraciones presidenciales, de manera tímida empiezan a recorrer ciertos territorios, los de su conveniencia, haciendo promesas y hablando de lo que los colombianos quieren escuchar.
La lista es larga, también las promesas. Ahora un alto porcentaje de ellas gira en torno al tema de seguridad, como era de esperarse, porque muchas regiones del país están siendo azotadas por distintos flagelos, entre ellas la extorsión y otros delitos de alto impacto y ni qué decir de zonas como el Catatumbo, Cauca, Chocó, nuestro mismo departamento, en fin.
Se requiere una visión que contrarreste el accionar de los violentos. Eso es cierto, pero también es cierto que empiezan los recorridos y hacen su ‘aparición’ promeseros de toda clase y de diversa índole.
Por estos días reciben toda clase de alimentos, comen empanadas en los llamados ‘caspetes’ o sitios donde se reúnen vecinos de un sector a departir y comer.
Dicen lo que muchos quieren oír, pero pareciera que están más preocupados por los ‘likes’ que por la profundidad de su discurso o de sus propuestas.
Estamos a tiempo, no comamos cuento. Especialmente con candidatos legislativos. Revisemos, en lo posible sus ejecutorias, que han hecho por los territorios en los cuales buscan apoyo y el favor popular.
Debemos entender que los comicios para Congreso son de igual importancia que los de Presidencia de la República, porque esa es la vía de los cambios reales, pero para lograrlo no podemos estar reeligiendo a los mismos de siempre, con los mismos ‘vicios’ y mañas.
Nosotros también tenemos responsabilidad en el futuro de nuestro país. Analicemos, no traguemos entero.