“Escoba nueva siempre barre bien”, dicen, y en la Uceva parece verificarse. Con la llegada del nuevo rector hace apenas casi un año ya se logró la aprobación por parte del Ministerio de Educación de las condiciones institucionales que abaratan los trámites para la obtención a futuro no de registros calificados sino de acreditaciones de alta calidad, y ahora acaban de aprobar la apertura de dos nuevas maestrías, una en pedagogía y otra en pedagogía de la cultura física, algo que no se logró durante la friolera de 13 años que se mantuvo, o impuso, la anterior rectoría.
Por supuesto, se dirá que todo empezó antes de 2020, pero en gracia de discusión habría que aclarar que la universidad empezó mucho antes de 2006, exactamente hace 50 años, que es lo que cumple la entrañable Unidad Central del Valle del Cauca, cuando unas damas trajeron al pueblo a un señor avezado en la creación de universidades que conocieron en un seminario educativo en Pereira, Octavio García De los Ríos, quien una vez arribó a Tuluá contó con el apoyo entusiasta de la ciudadanía y de los no muchos profesionales que había en ese momento en la localidad, especialmente de los abogados que como sabemos han gozado del monopolio de la legitimidad del poder en este país de juristas desde la independencia, como Venezuela lo fue de los militares, o Ecuador de los curas. Néstor Grajales se metió de frente en el reto de forjar una institución de educación superior en una ciudad intermedia que jalonara el progreso de la región centro-norte vallecaucana, y lo secundaron otros graduados de prestigiosas universidades del país.
Mucha agua ha corrido debajo del puente, y hoy la Uceva es de tal influencia que maneja un presupuesto solo inferior en su zona al de los municipios de Tuluá y Buga, por lo que se vuelve presa de los intereses políticos, pero es ahí donde debe estar el tino para no dejarla caer ahí, sino potenciarla en el componente académico, nombrando docentes con pertinencia suficiente, aprobando proyectos de investigación y haciendo extensión con impacto social (la implementación del Acuerdo de Paz, por ejemplo). Sabemos que cambiar a estatus de universidad con gobiernos neoliberales es casi que imposible, pero no hay que negarse que al ritmo que se va se puede lograr la acreditación institucional de alta calidad, es un sueño al que tenemos derecho, y en el que cuentan con el apoyo de todos.
NOTA: Señor alcalde, abra el estadio para los trotadores, no se justifica si los gimnasios y hasta las discotecas lo están. El bienestar también es salud.