Aunque el sueño de hace 40 años no es una realidad ahora, por lo menos, ya se puso la primera piedra y los bugueños esperan con ansiedad, que el transcurso de esta obra, no sea interrumpida por cambios en el gobierno local y departamental y por inusitados sobresaltos que producen los altibajos de su costo y así se aplace indefinidamente su disfrute a las próximas generaciones.
Se trata ni más ni menos que de la ubicación simbólica de la primera piedra para la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) que tendría un valor aproximado de 98 mil millones de pesos, en un lote del municipio de 58 mil metros cuadrados que permitirá en primer lugar, la descontaminación del río Cauca y la cercana laguna de Sonso, pues la carga de residuos es de 3.200 toneladas al año, lo que significa un gran alivio y un buen aporte a la lucha contra el cambio climático y al mismo tiempo se dará vía libre al área de expansión urbanística en el sector occidental del municipio en donde se viabilizan varios proyectos habitacionales de enorme envergadura y de beneficio común que son indispensables para el crecimiento y desarrollo social y económico.
Igualmente, al lado de los complejos de vivienda, que podrán contar con los servicios públicos y un adecuado vertimiento de las aguas residuales, serán viables las industrias que puedan asentarse, contando esta magnífica obra y apalanquen el futuro de la ciudad, inclusive de beneficio para otros vecinos de la región.
Otro aspecto, no menos importante, será la nueva generación de empleo directo e indirecto, muy bienvenido, luego de esta crisis grave de desempleo, dejada por la pandemia del Covid- 19 y ojalá no se presenten “palos en la rueda” como casi siempre sucede, cuando de una obra oficial se trata y para evitarlo, es preciso que se formen de una vez, los comités de vigilancia y veeduría ciudadana, con criterios estrictamente técnicos fuera de los interéses políticos y mezquinos que solo buscan resultados individuales y réditos personales y egoístas, sin pensar un minuto siquiera en el bien que se quiere para toda la comunidad en general, como primero y único objetivo de la obra. No vaya a suceder que dentro de tres años, tiempo en el cual se presume terminada la primera fase, se cuente entre los “elefantes blancos” comunes en el territorio nacional.
Los bugueños, poco a poco, están saliendo del ostracismo de muchos años, se abren las puertas a nuevas inversiones, se deja atrás una costumbre muy raizal, de que en su suelo, solo era lugar de descanso, de cultura y crecimiento académico y señorial, para dar paso, a las modalidades modernas del comercio y la distribución de bienes y servicios, tal como lo apreciamos con nuevos centros comerciales que prestan novedosos servicios a sus clientes.
Esta planta de tratamiento, es una obra de carácter prioritario y parece ser, que por fin lo han entendido los últimos mandatarios regionales y locales que han podido dimensionar su importancia municipal y regional y por lo tanto es preciso mencionar los esfuerzos de la exgobernadora Dilian Francisca Toro y de la actual Clara Luz Roldán, que siguió sus pasos, como también del mandatario bugueño Julián Rojas, que ojalá no trunquen una vez más el sueño de hace 40 años, que aún no inicia, pero no se pierden las esperanzas, pues “una primera piedra”, es un buen indicio de un futuro más promisorio en esta materia de vertimientos de aguas residuales en un lugar certificado, que no ofrezca dudas ni incertidumbre, cuando de nuevas instalaciones se trata, especialmente del sector industrial, que es muy necesario, igualmente para la expansión urbanística del municipio.