Nadie pensaría que Roma o Cartagena son hoy los envoltorios vacíos de lo que fueron ayer: son estructuras vivas, que encierran el pasado articulado con el presente.
La vida urbana en torno a los monumentos como referencias de la memoria, fue y sigue siendo esa articulación, vida de la ciudad y la historia, conforma su cultura, a la cual adhieren y de la cual participan los habitantes, encontrando a través de ella su identidad.
Esa identidad es el sentido de ciudadanía, de pertenencia a la ciudad, que resulta de los procesos simultáneos en pensamiento de los ciudadanos: Uno, la apropiación sicológica del espacio y el otro, la capacidad de reconocerse como parte de la comunidad.
Desde ese punto de vista, la tensión a la preservación de la identidad cultural, como principal patrimonio, es una acción fundamental en favor del fortalecimiento de la comunidad, ya que la particularidad de la cultura de cada ciudad, es el único bien del cual participan y a la cual aportan todos y cada uno de los habitantes.
Los monumentos, sin la comunidad que los entienda y los asuma en su vida cotidiana, resultan testigos lejanos de una historia quien bien podría ser ajena.
La identidad cultural es un patrimonio colectivo, conformado por las trazas o huellas de las acciones y las emociones, las bonanzas y las tragedias, los encuentros y los desencuentros que la comunidad fue depositando en la ciudad mientras la construía, así como continúa, construyéndola continúa confiando en ella, su cultura y su identidad.
El hombre participa en y con el espacio, ayer proyecta sus significados a la vez que de esa relación surgen otros nuevos que se van integrando dinámicamente a los existentes, ampliando y evolucionando el espectro significado y las intenciones que se mueven en su accionar.
De este proceso de construcción de la ciudad y de proyección de la comunidad surge la identidad espacial de la ciudad, reflejo de su historia, que es la de sus habitantes y, la de los eventos de éstos en el territorio.
Así, como la ciudad está formada por las huellas o señales que dejó su elaboración: Son las casas y los edificios, las calles y las plazas, los parques, las cicatrices, los teatros y los mercados, todo aquello que la comunidad construyó.
Pero fue la vida en torno a esas señales la que articuló en el tiempo, la identidad cultural.