El gobierno colombiano ha dado un giro sorprendente en su política de “paz total” al nombrar a conocidos exjefes paramilitares como gestores de paz. Entre los designados se encuentran figuras históricas del paramilitarismo colombiano: Ramón Isaza, alias “El Viejo”; Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”; Iván Roberto Duque, alias “Cuco” Vanoy; y Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”. La inclusión de estos nombres en el esfuerzo de pacificación ha desatado una intensa polémica en el país, dividiendo opiniones entre quienes ven en la medida una oportunidad para la paz y quienes consideran que estos nombramientos representan una afrenta para las víctimas.
¿Quienes son los Nuevos Gestores de Paz?
- Ramón Isaza, alias “El Viejo”: Fue uno de los pioneros del movimiento paramilitar en Colombia, liderando el Bloque Magdalena Medio de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Durante décadas, Isaza dirigió acciones violentas en distintas regiones del país, ejecutando masacres y desplazamientos que afectaron a millas de personas. Aunque se desmovilizó en 2006 y cumplió condenas, su nombre sigue siendo asociado con graves violaciones a los derechos humanos.
- Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”: Líder de grupos paramilitares y exjefe del Bloque Cacique Nutibara, Murillo fue uno de los personajes más poderosos del paramilitarismo en Medellín. Su facción estuvo implicada en Múltiples asesinatos, desplazamientos y otras atrocidades en la región de Antioquia. También conocido por su influencia en el narcotráfico, “Don Berna” ha sido un actor importante en el escenario criminal de Colombia.
- Iván Roberto Duque, alias “Cuco” Vanoy: Fue comandante del Bloque Mineros, con influencia en el norte de Antioquia y otras regiones. Al igual que sus compañeros de las AUC, su grupo fue responsable de asesinatos selectivos, masacres y desplazamientos forzados, especialmente en zonas mineras. Vanoy ha sido señalado en múltiples testimonios de haber dirigido violentas campañas de control territorial.
- Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”: Este exlíder paramilitar fue jefe del Bloque Central Bolívar, otro de los grandes bloques de las AUC. Su influencia se expandió por varias regiones del país y sus actividades incluyeron desplazamientos masivos y violencia sistemática contra la población civil. Tras su desmovilización, “Macaco” fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentó cargos relacionados con el narcotráfico.
Otros Nombramientos Controversiales
A los anteriores se suman otros exjefes paramilitares como Ever Veloza, alias “HH” (Bloque Bananero), y Freddy Rendón Herrera, alias “El Alemán” (Bloque Élmer Cárdenas), quienes también figuran como gestores de paz. Estos excomandantes, conocidos por haber controlado amplias zonas del país a través de la violencia, forman parte de la estrategia gubernamental para involucrar a antiguos actores armados en el esfuerzo por reducir la violencia y promover un diálogo amplio y efectivo.
Argumentos a favor: Experiencia en la Violencia para Lograr la Paz
El gobierno sostiene que este tipo de nombramientos no es solo una estrategia política, sino una apuesta pragmática para construir una paz duradera. La premisa es que estas figuras, debido a su conocimiento del conflicto y su capacidad para influir en ciertas regiones y en grupos armados, pueden desempeñar un papel crucial en la pacificación del país. A través de su rol como gestores de paz, los exparamilitares tendrían la misión de facilitar los diálogos, gestionar la entrega de armas y promover el respeto a los acuerdos entre las partes implicadas.
Críticas: ¿Reconciliación o Afrenta a las Víctimas?
El nombramiento de estos exjefes paramilitares ha desatado un profundo rechazo en diferentes sectores de la sociedad. Las organizaciones de derechos humanos, los colectivos de víctimas y varios líderes de opinión han expresado su indignación, considerando que otorgarles un papel tan importante en la construcción de paz es una muestra de impunidad. Para estos sectores, la participación de exparamilitares en la política de paz total debería estar acompañada de un claro compromiso de verdad, justicia y reparación antes de poder asumir roles de influencia.
El dolor y las secuelas del conflicto armado siguen siendo una herida abierta en Colombia. Para las víctimas, que sufrieron directamente las consecuencias de las acciones de estos líderes, la idea de que sus perpetradores se convertirán en gestores de paz es una ironía dolorosa. Desde su perspectiva, la paz debe construirse con un respeto genuino a su memoria y sufrimiento, y no otorgando cargos de responsabilidad a quienes causaron tanto daño.
Reacciones Internacionales y Desafíos para el Gobierno
La comunidad internacional sigue de cerca esta decisión del gobierno colombiano. Diversos analistas y expertos en justicia transicional advierten que la inclusión de exjefes paramilitares en un proceso de paz es un movimiento arriesgado, que podría fortalecer o debilitar la percepción de justicia en Colombia. La ONU y otras organizaciones internacionales han llamado al gobierno para garantizar que la participación de estas figuras esté sujeta a un control estricto y a un compromiso real con los principios de no repetición de la violencia.
Perspectiva Futura: ¿Contribuirán los Exparamilitares a una Paz Real?
El éxito de esta medida depende de su capacidad para cumplir con los objetivos de desmovilización de los grupos armados aún activos y de reducir los índices de violencia en zonas críticas. Sin embargo, también dependerá de la habilidad del gobierno para equilibrar la inclusión de estos exparamilitares con una garantía de justicia para las víctimas.
En última instancia, el tiempo y el manejo de esta política dirán si la apuesta del gobierno fue un paso hacia una paz estable o si generará nuevas tensiones y divisiones en un país que aún intenta sanar las profundas heridas de su pasado violento.