Una de las pruebas de que la palabra de Dios no se puede interpretar al pie de la letra es el evangelio de este domingo: “si tu mano te hace pecar, córtatela: más te vale entrar manco a la vida que, que ir con las dos manos a la gehena, al fuego que no se apaga…si tu pie te hace caer córtatelo…si tu ojo te hace pecar sácatelo” (Marcos 9, 47-48) y que tal si le aumentamos si tu lengua te hace pecar córtatela, la verdad estaríamos todos sin una parte de nuestro cuerpo, mudos o ciegos, pues en diversas circunstancias nos apartamos de Dios en situaciones de pecado.
Sin embargo, y gracias a Dios que no es literal, al contrario, hemos de buscar en esta cita el mensaje que Jesús nos da en este pasaje bíblico. Existen a nuestro lado, seguramente, personas que nos llevan a situaciones de pecado, pues bien, con ellas hay que romper la relación.
Existen sitios en los cuales yo puedo caer en situaciones de pecado, pues debo evitarlos.
Existen circunstancias (por ejemplo: si sé que al consumir licor me embriago y me salgo de casillas provocando situaciones de violencia) que me llevan a cometer pecado, pues debo romper con eso.
Nuestra vida de fe implica asumir compromisos claros frente a Jesús. No se trata entonces decir que somos cristianos, pero no vamos a misa dominical, no nos confesamos ni vivimos aquellos elementos que son claves para el crecimiento de fe y en nuestro encuentro con Dios y con los hermanos.
Hoy, más que nunca, en medio de esta crisis de valores espirituales, en la que vivimos, es muy importante fortalecer nuestro encuentro con Dios, que desde la familia asistamos a los actos litúrgicos, a la oración en familia, a la práctica de la vida sacramental en aras de crecer cada día en nuestra vida de fe.