Se dijo en un principio que serían las cuatro mil personas naturales o jurídicas más ricas del país, quienes cargarían con el mayor peso de los impuestos durante el presente cuatrenio y tal parece que no es así, de acuerdo a los resultados obtenidos en las arcas oficiales que encuentra ahora un déficit presupuestal que el gobierno intenta resolver a través de lo que eufemísticamente denomina como ley de financiamiento.
Los cálculos le salieron mal, los funcionarios nuevos no dan la respuesta óptima exigida ilusoriamente por el primer mandatario y amenaza tras amenaza no cesa en sus comentarios contra todos los que se le oponen, de tal manera que solo le ha quedado tiempo para defenderse, menos para gobernar y presentar resultados, ya que no ha podido reflejar eficiencia de las inversiones en favor de todos los colombianos.
Ahora con el nuevo embeleco y anticipando un supuesto golpe de Estado, trata de buscar los recursos suficientes para tapar el hueco fiscal gigante que carga bajo sus espaldas y le dejará en las manos de todos semejante orangután que se avecina dadas las intenciones de gravar el combustible que proviene del consumo de carbón y repercute lógicamente en el costo de la gasolina y del ACPM contraviniendo lo recién acordado con el gremio de los camioneros.
De otro lado, la acusación verbal contra el presidente del Senado, Efraín Cepeda, crea un pésimo ambiente entre los legisladores y desde ahora se prevee que la discusión del proyecto se perderá entre miles y miles de altercados.
Estamos seguros que será por decreto presidencial la única salida en la búsqueda de los recursos deseados y de contera caerá la carga impositiva sin remedio en sectores ya acosados por cientos de problemas sin resolver.
El gobierno no da muestras de austeridad, racionalidad en el gasto y eficaz uso de los recursos, por lo tanto no podría, en justicia, pedirle más sacrificios a los colombianos, cuando se intenta que se pague 12 billones de pesos más en el 2025 para financiar el abultado presupuesto de 523 billones presentado ante el Congreso, haciendo cuentas alegres con ingresos que no tiene garantizados.
Apenas se están sintiendo los efectos de la primera reforma tributaria y el varillazo del aumento en las tarifas y la disminución de beneficios y exenciones tributarias, es el primer golpe para esperar otro segundo, sin levantar cabeza, y es inquietante aún más porque la economía no muestra síntomas claros de recuperación, pues sectores generadores de empleo, como la industria el comercio y la construcción no dan resultados satisfactorios.
Se une a lo anterior, el mal manejo de los recursos según los expertos, que cuestionan la rebaja de la mitad de los impuestos del SOAT a los motociclistas, la congelación en el pago de los peajes y el lío que puede traer el caso de los pasaportes.
Igualmente se comenta acerca de los millonarios contratos que realizan clanes cercanos al Presidente, escándalos como los de Ecopetrol. Se suma las billonarias sumas de dinero para el Ministerio de la Igualdad, cuya eficacia es nula.
El clima en el Congreso está candente, esperamos que a finales de octubre haya luz verde para bien del país y de todos los colombianos.