EL TABLOIDE publica con alguna frecuencia, en una página denominada “Vallunadas” fotografías que reflejan de alguna manera parte de la idiosincrasia nacional, las peripecias que hacen las personas para resolver sus problemas, en este caso, el de trasladarse con su carga, de un lado al otro.
Realmente me recreo ante tanta imaginación y al mismo tiempo, veo que el hombre y la mujer colombiana hacen lo que pueden con tal de lograr sus objetivos, no importa si está o no permitido, no interesa si está en peligro sus vidas, ni consideran si ponen en riesgo a terceras personas y mucho menos si con su actitud contravienen la ley y las normas de las buenas costumbres.
En sus motos suben toda clase de elementos, sean colchones, neveras, camas,vidrios, hierros, palos atravesados, estufas, cilindros de gas, en otras palabras, nadie que se respete se vara. Y esto es común en todo el país.
Pero lo que más me impresiona e indigna es ver cuando trasladan en sus motos a dos de sus hijos, la esposa y el marido. Cuatro personas, en un vehículo que sólo es para dos, y lo peor, niños de edad escolar y hasta bebés.
Francamente que un colombiano no se detiene ante los obstáculos, pero cabe preguntar si es correcto tanto atrevimiento, sagacidad y astucia. Hemos caído en el “dejar hacer, dejar pasar” mientras se crea que no se corre peligro por la vida.
Sin embargo los accidentes llegarán el día menos pensado y la tragedia familiar es inmediata. De otro lado me llamó la atención la semana que pasó, la gran cantidad de accidentes en moto.
Parece que al gobierno le cogió ventaja este fenómeno hace varios años. Algo hay que hacer por favor. Ya no solo se matan los jóvenes por la violencia, sino que son arrasados en las motocicletas, sea por sí mismos o por terceras personas. Algo inaudito. Ya la moto es signo de muerte.