El sábado 3 de febrero de este 2024, mientras leía “Errata”, un estupendo libro de ensayos de George Steiner, en la edición de Siruela de 2020, una bestia de las que habla Steiner en el párrafo que transcri-bo, pateaba a Merlín, mi gato.
Dice en uno de sus apartes el genial pensador francés: “En medio de la atrocidad y de la indiferencia de la historia, un puñado de hombres y mujeres ha estado creativamente poseído por el irresistible esplendor de lo inútil. En ello reside la inminente dignidad, la magnificencia de nuestra brutal especie.
Puede que junto con los santos, religiosos o laicos, los matemáticos, los compositores, los poetas, los pintores, los lógicos o los epis-temólogos (los que indagan sobre la indagación) salven en cierto sentido a la humanidad. Me cautiva la posibilidad de que el surgimiento, en nuestro medio mamífero, de Platón, de Gauss, o de Mozart justifique, redima a la especie que ideó y realizó Auschwitz”.
Me pregunto ¿si un individuo que pertenece a esta “brutal especie” y que es capaz de agredir salvaje e injustificadamente a un ser indefenso que no le ocasiona peligro alguno, no es de los mismos que al llegar a su casa la emprende violentamente contra su esposa y sus hijos, llegando a asesinarlos a sangre fría, sin razón aparente, como no sea la de pertenecer a esos circuitos de odio y miserableza que se incuban entre diversos grupos de poder y que dan lugar a pesadillas como las vividas por la humanidad desde las guerras de religión, hasta nuestros días?
Y, otro interrogante que me desvela es ¿si ese mismo “mamífero”, al que alude en el párrafo citado Steiner, leyera a uno de nuestros poetas, o visitara un museo para contemplar la labor de nuestros pintores, o se solazara con la interpretación de la mejor de nuestra música, se contendría en su bestialidad y en vez de patear a mi gato, se daría una virulenta azotaina en su despreciable culo? Ni para que averiguarlo.