Se presenta como un escándalo más el hecho de que el gobierno nacional, en lo que va del 2023, no haya destinado recursos para pauta publicitaria en los medios privados de comunicación, cuyos propietarios son los mismos que se han opuesto a las reformas sociales, pues estos actores financieros hegemónicos son los mismos dueños o máximos accionistas de las empresas promotoras de salud -EPS-, de los fondos privados de pensión, y de las grandes empresas que ahogan en la competencia desleal a la mediana y pequeña empresa.
Han hecho mover su maquinaria clientelar en el Congreso de la República para con sus “jugaditas” torpedear el tránsito legislativo de las reformas, y con sus medios tadicionales en las redes, la televisión, la radio y la prensa, han acometido el peor asedio que se haya visto en Colombia a un presidente de la república.
Maximizan los yerros naturales de cualquier gobierno, cuando no los inventan. O los vinculan con otros en los que el mandatario nunca tuvo que ver. Lo vimos con la tormenta que armaron cuando a la diligente Laura Sarabia le robaron 7000 dolares producto de sus viáticos como jefe de gabinete, y que llevó al suicidio de un policía que laboraba en Casa de Nariño, no sin antes insinuar que el jefe de estado lo había mandado a matar.
También con el show que montó el Fiscal opositor a propósito de la captura de Nicolás Petro, que luego quedó libre y afirmó junto con su exconyuge que jamás el presunto dinero que recibieron de personas cuestionadas ingresó a la campaña presidencial. Ni que decir sobre la forma en que tergivesan cada declaración de Juan Fernando Petro.
Y por supuesto, el ataque rastrero metiéndose en la intimidad y con la salud del mismo presidente (depresión, asperger, etc.) ¿Qué querían entonces? ¿que premiaran a Semana, Caracol, RCN, El Tiempo y demás con contratos? Siendo coherente, Gustavo Petro ha dispuesto que aquel dinero vaya al medio público RTVC, mientras que la gente que no traga entero posicionó el hashtag #losmediostienenhambre. Un acuerdo nacional pasa por privilegiar el bien común sobre el personal.