Llega el momento de saber elegir. Así falten varias semanas para el debate final, aún hay tiempo para escoger y tiempo para analizar propuestas, si es que existen. Tristemente lo digo porque desde hace unos años y con el auge de las redes sociales, la inmediatez del internet y de los mismos medios tradicionales,
especialmente la televisión, pareciera que lo que se impone o tratan de imponernos, en un candidato es su apariencia física o su popularidad por las expresiones, muchas veces sandeces, que dice y que no aportan nada para el desarrollo de los territorios.
Interesa más, si el candidato baila, si toca guitarra, si es hincha de un equipo, que lo que realmente está proponiendo. Esto lo digo en términos generales, ateniéndonos a recientes debates electorales de orden nacional y algunos regionales o locales.
Descalificamos a un líder solo por su estatura, su modo de hablar, sus rasgos físicos, hasta su color de piel.
Y nos hacen identificar con el supuestamente más carismático, pero resulta que en no pocas ocasiones esos terminan siendo lobos disfrazados de ovejas.
Eso sí, como dirían algunos expertos, hay quienes traen el paquete completo, tienen carisma, sus planteamientos y propuestas son aterrizadas, hablan bien y tienen conocimiento del territorio. Los hay, muy pocos, pero los hay.
Así, que no nos dejemos engatusar por ningún tipo de candidato(a), que nos quiera cautivar con su encanto y que aspire a cualquier corporación, llámese asamblea, concejo, junta administradora local, alcaldía o gobernación.
De esos encantadores o encantadoras de serpientes “líbranos Señor”, porque esta es la época en que más aparecen, en todas las presentaciones y en todos los sabores.
Por eso, la recomendación es para que escuchemos, leamos bien, analicemos trayectorias, porque antes que elegir a un candidato, debemos tener presente que es un ser humano quien nos irá a representar en una curul o en la dirección de un territorio determinado, por ende, ese ser humano debe contar, principalmente, con las calidades necesarias para tal fin.
Lo más importante, que primero sea persona, que sea buen hijo, buen padre, buen vecino, así seguramente, tendrá la empatía necesaria para cumplir con su misión institucional.