Parece ser que existe una fuerte tendencia de la población a regresar a comprar los alimentos de consumo diario a la tradicional galería o plaza de mercado como consecuencia de los altos precios en los supermercados que proliferan en número y en competencia en una lucha desenfrenada por atraer el mayor número de clientes posible, so pena de perecer y salir del mercado irremediablemente, dada la carrera inflacionista que no cesa en su escalada y causante del alto costo de vida.
Las grandes cadenas de comercialización de los productos alimenticios dieron al traste con las tradicionales plazas de mercado, que más adelante se convirtieron en galerías, en donde los campesinos, principalmente, llegaban con sus productos frescos, sin intermediarios.
Hace aproximadamente una década que los grandes supermercados aparecieron en escena ofreciendo novedosos procesos de ventas, comercialización, conservación de los alimentos, además de una nunca antes vista comodidad para los clientes, que en principio se creyó acabarían con los sitios tradicionales e igualmente con las famosas tiendas de los barrios.
Pues no ha sido así, a pesar de los esfuerzos y procesos innovadores de las grandes cadenas, que en un momento determinado, se fortalecieron de tal manera, que no era apropiado mirar hacia atrás, y aprovecharon la tecnología, las redes sociales y los modernos medios de comunicación para aumentar sus ventas. Como la competencia se convirtió en un reto, lo último que se han inventado es bajar los precios a través de alianzas entre iguales, con el fin de frenar una inflación que no se detiene. Pero, nuevos obstáculos se presentan, ante los cuales casi es imposible de enfrentar, y es que la población ha decidido descartar las compras de las cosas inútiles o menos importantes, ya que lo que gana no alcanza para darse unos cuantos gustos por fuera de la canasta familiar y ha reducido sus gastos alimentarios a lo esencial para subsistir.
Y así, tiempo después, de utilizar todos los medios de publicidad a su alcance, es un imposible reducir la inflación, trayendo como resultado, en primer lugar, el cambio de actitud de una inmensa mayoría, como es el de volver a comprar a las tradicionales galerías, en donde por lo menos, no podrían aumentar el precio de los productos por el costo del empaque y el atractivo único que se conserva, es el de los menores precios, como también, se eliminan costos de intermediación, que encarecen la canasta familiar.
Es el momento ideal para fortalecer los mercados campesinos, las galerías de ciudades y pueblos, pero sobretodo, impulsar la producción en el campo, a los pequeños y medianos campesinos, no ceder ante el atractivo de las importaciones, para consumir lo propio, lo nacional, igualmente hacer atractivo el cultivo del pancoger, para el caso, el del Valle del Cauca, otrora, una enorme despensa agrícola, ahora inmerso en el monocultivo de la caña de azúcar.
Ojalá, que el actual gobierno, que pretende convertir el país en potencia mundial de la vida, coja el camino correcto, hasta ahora no encontrado, sino más bien muy embolatado, por miles de razones, que diariamente vemos a través de los medios de comunicación.