La carencia de una de sus manos nunca fue un obstáculo para trabajar y de eso dan fe quienes la vieron junto a otras familias liderar el nacimiento y crecimiento del barrio Asoagrín Farfán, al occidente de Tuluá.
Unas horas antes de doña Etelvina, se conoció la muerte de don Mercedario Ramírez Ortiz, conocido en la Villa de Céspedes como “El Palomo”, pues era común verlo ir y venir de su casa en el barrio Bolívar, vestido de blanco y pedaleando en su monareta.
María Etelvina Arias
Mani Caleño
Mercedario había nacido hacía 101 años y laboró en el Municipio de Tuluá, entidad que le otorgó su pensión varias décadas atrás.
Bailarín consumado de tango y otros ritmos, le indilgaba su vitalidad a sus buenos hábitos de vida consistentes en no ingerir licor y mucho menos fumar.
Consumir sábila, pescado y muchas verduras era otro de sus secretos para haber pasado del centenario lúcido y vital.
Mercedario Ramírez
“El palomo”
El martes en la noche el que dijo adiós para ir hacia la bóveda celestial fue Horacio Álzate, a quien el narrador deportivo “Beto” Serna bautizó como “El Champion”.
Buena parte de su vida la pasó atendiendo su clientela en Zapato Real, un local comercial desde donde defendió a capa y espada la permanencia del Plaza de Mercado, batalla que se hizo evidente en el gobierno anterior cuando se opuso al desalojo proyectado por el alcalde Gustavo Vélez.
Horacio Alzate
Comerciante Plaza de Mercado
Otro de los personajes que partió a la eternidad fue Fabio Botero Zafra, conocido popularmente como “Bundolo”, quien falleció el pasado miércoles luego de batallar por años con una diabetes crónica.
De él escribe Gustavo Álvarez Gardeazabal lo siguiente: Con una habilidad sin límites convirtió las falencias físicas con las que nació en un balcón para demostrar su inteligencia y su astucia.
Servidor eficientísimo en cualquier labor que se le encomendara, se fue volviendo el hombre de confianza de muchos personajes de Tuluá.
Su fidelidad, cual perro guardián, al lado del escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal durante sus dos alcaldías y su gobernación llegó a tal magnitud que en las tres posesiones él hizo de testigo excepcional, vestido de amarillo de pies a cabeza. Bailarín inigualable en sus épocas de juventud, siempre y cuando la pareja no le hablara, hasta llegar alguna vez en uno de los festejos que antaño se hicieron en Tuluá a ganarle la competencia de baile al eterno campeón que era su vecino Álvaro Henao.
Fanático del Deportivo Cali, se alió paralelamente a Cortuluá y era casi un símbolo del equipo tulueño con sus bermudas a la rodilla, sus medias blancas o verdes hasta la mitad de la pierna y la bandera del equipo en la mano.
Su recuerdo inunda hoy la memoria de muchos tulueños que lo volvieron sin duda alguna su personaje inolvidable.
Fabio Botero Zafra
“Bundolo”