Los colombianos nos acostumbramos al paso paquidérmico del Estado y han pasado los años sin que este estigma se borre de la memoria porque estamos viendo todos los días que las obras anunciadas del sector oficial no cumplen los plazos fijados y cuando van de prisa quedan mal hechas causando perjuicios gigantes para toda la comunidad afectada directa e indirectamente.
Veamos por ejemplo, el caso de la construcción y terminación de la doble calzada Buga-Buenaventura que ha tenido infinidad de aplazamientos, cambios de formulación, asignación de recursos, contratistas, entre otros temas que hacen parte de la contratación oficial y privada, en donde se tiende a eliminar la corrupción, para que la plata rinda y las obras lleguen a feliz término.
En el municipio de Bugalagrande ha sido imposible la construcción de un puente en el paso de Caramanta que uniría a este municipio con Bolívar, facilitando la movilidad en gran manera y evitando el peligroso, pero hasta ahora necesario, el transporte en un planchón, que tiene demasiado riesgo.
En la vecina Guadalajara de Buga se ha prometido desde hace más de 20 años la construcción de un puente en el sitio conocido como El Palo y apenas hasta el momento, de nuevo se dice que ya se adjudicaron los contratos, pero a duras penas colocaron la primera piedra, que ya se va a caer, como se están cayendo los puentes a todo lo largo y ancho del país, sin que existan dolientes, y el pueblo siempre sale perjudicado, y eso que se cuenta con los elementos de última tecnología.
Pero ver caer a pedazos grandes obras después de pocos meses de inauguradas, es una vergüenza nacional, es un canto al despilfarro, a la mala calidad de los materiales y muy especialmente a la improvisación o ligereza de la ingeniería nacional. Se pierde la confianza en los profesionales de la ingeniería, en los contratistas y especialmente en lo que se ha denominado la transparencia oficial.
El invierno que azota el país actualmente, es una prueba de fuego para las construcción en el país, vemos el desmoronamiento uno a uno de los puentes, derrumbes en las vías terciarias y principales, que reflejan la desidia gubernamental, la pésima vigilancia y la pérdida de los recursos públicos es impresionante.
Las investigaciones de nada sirven, porque al final de cuentas no se recupera la inversión ni mucho menos se castiga a los responsables de tan grandes errores y los elefantes blancos igualmente crecen y crecen, causando menos viabilidad de paz en el territorio en donde el incumplimiento está a la orden del día.
No hay quien le “ponga el cascabel al gato” porque la corrupción también se apoderó de la gigantescas construcciones como de las pequeña de los pueblos
Es imposible e increíble que una obra como la construcción de un pequeño puente sobre el rio Guadalajara, en el sitio conocido como El Palo, haya tenido tantas promesas, tantos anuncios y tantísimos aplazamientos.
Y nada que arranca. Mientras que la obra fundamental, como es la planta de tratamiento de aguas, avanza a paso de tortuga y también ha sido recomendada y anunciada desde hace más de 30 años. A veces añoramos los tiempos viejos, cuando eran los amigos del barrio, del pequeño municipio, que a través de mingas, pavimentaban calles, construían templos, los reclusos hacían las carreteras y no había llegado la tecnología y por supuesto duraban más de cien años.