Esa niña es Samantha Andrea Tafur Camacho, estudiante de sexto grado en la Institución Educativa María Antonia Ruiz y quien llegó a este mundo sin uno de los sentidos más apreciados, el de la vista, condición que nunca la ha privado de compartir con niños de su generación, estudiar, jugar y disfrutar de su pasión por el baile.
Por esa razón, el lunes las pulsaciones de su padre Hilario Tafur, intendente de la Policía Nacional y vinculado a la escuela Simón Bolívar, estaban más aceleradas que de costumbre pues, aunque lleva dos años en la academia Dance Profession, era la primera vez que bailaría ante un público masivo.
A la hora indicada, Samantha Andrea, sencillamente vestida y luciendo un maquillaje artístico que la hacía resaltar, dio los primeros pasos bajo la mirada vigilante de su profesora Lina Marcela Castaño, la persona que la acompaña en el cumplimiento de su sueño.
DATO: Danza por la Vida, programa que nació en Europa, tiene en Sa-mantha como uno de los ejemplos a seguir.
Aunque ella no podía ver, sí sentía el éxtasis que se apoderaba del coliseo del barrio Buenos Aires, cuando su cuerpo delgado, atrapado por el espíritu de la danza, empezó a moverse al ritmo del regaetón, la salsa, bachata y salsa choque.
Para la chiquilla los aplausos del público son el aliciente, el premio a la constancia, dedicación y que le han permitido abrir los ojos del alma con la cadencia de cada nota.
Felicidad compartida
Pero si, Samantha estaba feliz, su padre Hilario, quien buscó el mejor ángulo para la fotografía perfecta, estaba pletórico, pues su princesa había logrado cumplir con un sueño, bailar lo que la hace sentirse plena.