Uno de los temas más espinosos para resolver que tiene el Presidente Gustavo Petro es nada mas ni nada menos que consolidar el acuerdo de La Habana e iniciar conversaciones con el ELN, además de tratar de someter, que ahora se denomina acoger, al clan del Golfo, para lograr la paz total en el país y comenzar una nueva etapa de crecimiento y desarrollo social y económico.
No será nada fácil, ya que el primer obstáculo lo tiene en las Fuerzas Armadas, que tienen desconfianza en una persona que atacó de frente a los militares en ejercicio, no solo como guerrillero del M-19 sino en los últimos años como senador, cuando destapó el paramilitarismo auspiciado por lo que se llamó en su debido
momento las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), cuya etapa de operaciones convirtió al país en un sitio de guerra incesante, perversa y terrorífica.
Después del Acuerdo de La Habana, siempre se notó el enfrentamiento continuo entre algunos miembros del alto mando militar hasta en los tiempos de campaña con el mandatario de hoy, cuyas asperezas creemos no se han limado en su totalidad y así lo sostienen algunos sectores que ven con preocupación los anuncios de
adelantar cambios tanto en las Fuerzas Militares como de Policía.
Y es lógico que así sea, el gobierno cuenta con una de las más poderosas organizaciones militares entre la mayoría de los países latinoamericanos, que se enorgullecen de su capacidad y que respetan a través de los tiempos el sistema democrático que nos rige.
Estimamos que el Presidente está dando los pasos necesarios para lograr que su programa de gobierno se cumpla, dada la gran expectativa creada, por ser la primera vez en la historia política, que un hombre de izquierda llega al primer cargo de una Nación que se ha caracterizado por defender los principios y valores considerados de derecha dentro del sistema democrático. Sin embargo, también creemos que debería coger con “pinzas” el proyecto de ajustar las autoridades de Policía y convertirlas en un organismo civilista, como lo fue en sus orígenes, y abandonar el estilo guerrerista, tal como lo es actualmente y separarlo de las Fuerzas Militares. Es un trabajo bien complejo, después de tantos años en que nos hemos acostumbrado a lo que tenemos.
Pero, ciertamente que es “vox populi” la necesidad de hacer un cambio de actitud en las mismas, pues la desconfianza es casi suprema en las autoridades de Policía.
Sabemos que el Presidente tiene prisa en mostrar resultados, ya lo indicó en las sugerencias dadas al gabinete ministerial en el mismo día de su posesión y esperamos que logre los objetivos que ya está mostrando con sus rápidos desplazamientos a los sitios más urgentes del territorio nacional. Ahora bien, depende de la mayoría de los congresistas del Pacto Histórico, de su poder de convencimiento, la aprobación de los proyectos fundamentales del gobierno. Y sigue la expectativa hasta que comience a funcionar a cabalidad la tendencia de cambio anunciado.