Esta semana asesinaron a un niño indígena de la guardia ambien-talista (14 años), pero la indignación colectiva y mediá-tica fue por el homicidio del peluquero y su madre en manos de su hermano-hijo, ambos casos aterradores, tristes y lamentables.
Jhonier Leal tuvo que ser un niño con muchos complejos para realizar dicho acto tan atroz, igualmente los asesinos de Breiner Cucuñame, ¿qué se tiene en la sangre para quitarle la vida a un pequeño? No voy a hacer de ente acusador ni a juzgar pues no me compete, pero dejemos de ser hipócritas y no vendamos discursos vacíos de que la “niñez es primero”, porque no es la realidad.
Debemos dejar de ser hostiles con la infancia, la crianza, la dependencia filial y la maternidad. La niñofobia es la consecuencia de una sociedad materialista -productivista, pues los menores no producen, ni votan y por tanto no interesan, excepto cuando se convierten en potenciales compradores o están adportas de ser ciudadanos.
Es necesario acabar con la sociedad adultocéntrica, donde todo gira alrededor del adulto que además es incapaz de reconocer y acompañar las necesidades de la niñez. La educación autoritaria que recibimos dificulta comprender a los menores; debemos aceptar que tal vez nuestras necesidades infantiles no fueron satisfechas y romper con tanta dinámica errónea que vivimos en nuestra infancia. Las niñas y niños juegan, gritan, corren, lloran, molestan y difícilmente se están quietos, ya que no son adultos, acompañemos con amor ese proceso.
Vulnerar los derechos de la infancia implica vulnerar los derechos de las madres, la sociedad también padece de maternofobia: prácticas de agresión obstétrica, licencias de maternidad cortas, etc.
Sin infancia no hay futuro, por eso es que se debe cuidar la salud física y mental de quienes van a ser adultos del mañana, tiene que ser una tarea y corresponsa-bilidad de todos.
“Dejemos de replicar el discurso de que son insoportables, a ver si empezamos a criar niños que crezcan sin odiarse a sí mismos”, leí por ahí. Seamos el adulto que necesitábamos en nuestra infancia, la niñez lo necesita.