Los parques son sin duda puntos de referencia geográfica en los territorios, pues por su naturaleza son lugares de encuentro, partida o llegada. Quizá por esa razón y aunque ya han pasado 15 años desde que la Administración del ingeniero Rafael Eduardo Palau Salazar adelantó la transformación de la plaza ubicada entres las calles 26 y 27, para el común de los tulueños ese lugar sigue siendo el parque Bolívar.
Poco importa que, en este sitio icónico para los nacidos en esta tierra, ya no esté sobre su imponente pedestal recubierto con marmol de carrara la estatua del Genio de la Gloria, quien fue obligado a bajarse para ser trasladado a la Plaza Cívica Batalla de Boyacá, donde pasa los días desapercibido custodiando a la distancia la Casa de las Tribunas, en la que según cuentan bailó y bebió una noche invitado por los habitantes de esa época.
Llegó de Italia
De acuerdo con los apuntes históricos existentes, la estatua que rinde homenaje al libertador Simón Bolívar es una de las obras de mayor envergadura emprendida por los tulueños en la primera mitad del siglo xx, en cuya realización se vincularon los nombres de Alfonso Girón y José Escobar Cruz.

Los dos ciudadanos en su afán de dotar a la ciudad de una obra majestuosa, y viendo que ya estaba cercana la conmemoración del primer centenario de la muerte del padre de la patria, se dieron a la tarea de hacer realidad su idea y tras un sinnúmero de actividades reunieron el dinero para importar desde Italia una copia de la estatua del libertador realizada por el famoso escultor Tenerani, autor de una obra similar levantada en la plaza mayor de la capital de la república.
Para erigir la estatua, dice la recopilación histórica, se pidió el pedestal de mármol de carrara hermosamente tallado y del cual nunca se supo dónde fue a parar al igual que las placas en bronce que lo adornaban.
Cambio de nombre
Aunque la decisión que en su momento dividió opiniones el alcalde Rafael Eduardo Palau Salazar escuchó el llamado del Centro de Historia de Tuluá y emprendió en el año 2010 el proceso de remodelación del entonces Parque Bolívar para transformarlo y bautizarlo de nuevo con el nombre de Juan María Céspedes, nombre que adoptó pero al cual los tulueños parecen no acostumbrarse.

Las razones
En su momento, el grupo de historiadores le sugirió al mandatario local el cambio de nombre como una manera de restituir la memoria del sacerdote y botánico tulueño Juan María Céspedes Vivas, pues según lo indicaron, ese espacio llevó su nombre hasta el año 1937 cuando se ubicó la estatua del libertador. Señalan algunos documentos históricos que en ese lugar se levantó una especie de obelisco que rendía homenaje al sabio tulueño y del cual tras su desmonte nunca se supo nada más de su paradero.
Del parque antiguo solo queda en pie la edificación de la biblioteca pública Daniel Potes Lozano, pues al igual que la estatua también desapareció la fuente luminosa y la construida dentro del nuevo escenario nunca funcionó.